Las mujeres que (M)aman
demasiado
Inspirado en el título del libro de Robin Norwood, Las
mujeres que aman demasiado, Eduardo Grilli agrega una M antes del aman y escribe la obra que se exhibe en
la sala Colette de Buenos Aires desde 2009, donde ha permanecido
en cartelera con varios elencos en el Paseo La Plaza, en pleno corazón del teatro Off de la
calle Corrientes. Susana Giannone, Silvina Schroeder, Tamara Papadópulo y Connie Ballarini dirigidas por Pablo Rodríguez Albi la protagonizan.
Algunos corrillos intelectualoides ni siquiera pondrían la
obra en consideración en razón de sus muchos pecados: uno, que aluda a un Bestseller;
dos, que se aproxime al género de la autoayuda, pues al interior de esas logias
oscurantistas se ha decretado que vender es sospechoso y la literatura de esa
índole es despreciable. (Confieso después de 30 años de sicoanálisis que he
leído a escondidas dos veces el libro en mención). El tercer “pero” sería el
lugar. Un teatro de vodevil, un cabaret pequeño donde el tiquete de entrada
incluye una “consumición”.
En un escenario de 6 metros de ancho por cuatro de fondo (si
mucho) y con un equipo de iluminación básico, una escenografía que crea
espacios sin ningún protagonismo, cuatro actrices empiezan el espectáculo media
hora después de lo anunciado, cuando el
bar ha atendido todas las mesas.
Hasta ahí se sigue sospechando de haber cometido un error,
solo hasta ahí. Cuando la primera actriz irrumpe entre el público improvisando
con humor con los espectadores, (perdón, espectadoras pues las mujeres son
mayoría) y luego se presenta a sí misma e invita a las otras tres actrices a
escena, empieza un juego que dura un poco más de una hora donde la comedia
reina de principio a fin.
La obra apenas tiene el título como referente del libro de
Norwood, pues los personajes no encajan en las descripciones de la patología
del bestseller. Estas mujeres aman demasiado no tanto, o no solo porque amen
demasiado al hombre de sus vidas sino porque aman tal vez demasiados hombres o
al menos hombres demasiado próximos.
El pretexto de una fiesta para exorcizar el dolor causado
por la traición de sus parejas mediante una ceremonia de vudú, al cabo de los
tragos se convierte en una ronda de sinceridades innecesarias donde queda claro
que todas han sido amantes de los maridos ajenos.
Como la comedia siempre parte de la tragedia, la situación
es muy divertida y la actuación delirante de las cuatro actrices reivindica la
capacidad liberadora del arte cuando se vuelve espejo y devela el secreto a
voces de las mujeres traicionadas: haber tomado la iniciativa de la traición y
después aterrarse de que alguien sea capaz de hacer lo mismo.
Hay mucho ritmo, una velocidad endemoniada en el idioma muy propicia para provocar carcajadas, mucho talento, técnica corporal, experimentos con la voz y una entrega total por parte de las cuatro actrices. Al final las mujeres se preguntan por qué no llevaron el muñequito de su pareja cosido en tela para unirse a ellas en el ritual de clavarle alfileres para exorcisar su apego patológico.
Hay mucho ritmo, una velocidad endemoniada en el idioma muy propicia para provocar carcajadas, mucho talento, técnica corporal, experimentos con la voz y una entrega total por parte de las cuatro actrices. Al final las mujeres se preguntan por qué no llevaron el muñequito de su pareja cosido en tela para unirse a ellas en el ritual de clavarle alfileres para exorcisar su apego patológico.
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